1º de Adviento, Ciclo C
Jeremías 33,14-16; Salmo 24; Tesalonicenses 3,12–4,2; Lucas 21,25-28.34-36
28 de noviembre de 2021
Las lecturas
nos hablan de la ansiosa espera, de la llegada del Mesías, es decir, de Jesús.
Una vez que el Verbo encarnado se hizo hombre, y habitó entre nosotros. Jesucristo,
después de haber sido bautizado nos habló del Reino de Dios; formo una
comunidad de doce discípulos y cuando llego su “hora” partió para Jerusalén,
porque sabía que tenía que morir ahí con una muerte de cruz. Ya próximo de
entregar su vida, habló con sus discípulos del final de los tiempos, cuando
el Hijo de Hombre vuelva con la gloria de Dios. A esto le llamamos la parusía
del Señor, y se ha vuelto en la esperanza que sostiene a los creyentes en su
fe. |
Jeremías profetisa sobre el vástago de la descendencia del Rey David, trayendo
la esperanza de continuidad y futuro para el pueblo de Israel, que estaba
siendo oprimido, por eso el creyente llamará a Dios como “el Señor
es mi justicia”.
En la Carta a los Tesalonicenses, san Pablo nos narra sobre la segunda venida de Jesús donde nos tenemos que presentar, como “santos e irreprensibles ante Dios”, conservando en nuestras vidas, las palabras de salvación de Jesús y viviendo ejemplarmente nuestro ser como cristianos, en el arte de amarnos como hermanos e hijos de Dios.
En el evangelio, Jesús anuncia su segunda venida con grandes signos en la
creación, como es en el sol, la luna y las estrellas; y en la tierra en las
aguas del mar. Porque Jesús vendrá con gloria y poder, vendrá con fenómenos
inexplicables, como venir sobre una nube, pero el mayor signo: es “la
consolación” pues el miedo terminará, los hombres serán liberados. La gente alzara
sus cabezas para ver con alegría, que viene Dios con poder y gloria.P. Chava, SVD
En el tiempo que vivimos nuestra mirada esta puesta en el Señor, que nos sana, nos ayuda y nos fortalece en nuestras debilidades. Al comienzo de un nuevo año litúrgico, el ciclo C, lo comenzamos con el tiempo litúrgico del Adviento. Las lecturas nos hablan de un fin de un tiempo y del comienzo de otro. Terminó el tempo del pecado del hombre, porque llegará su salvador para liberarlo de sus miedos y de sus males. Jesús es el Hijo del hombre, que nos trae la salvación, por eso tenemos que estar alerta para recibirlo en nuestras vidas.
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo
Divino, Párroco in solidum de las unidades pastorales en Villatuerta, Oteiza,
Noveleta, Grocín y Murillo, en Navarra, Diócesis de Pamplona.
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