P. Chava, SVD |
Isaías 2,1-5; Salmo 121; Romanos 13,11-14; Mateo 24,37-44
Domingo, 27 de noviembre de 2016
Preparemos nuestros caminos
para la llegada de Dios en nuestras vidas. Dios siempre ha sido Dios: fue, es y
será nuestra referencia vital para poder vivir en libertad, con esperanza y fe,
en un mundo donde el violento puede llegar a ser el opresor; el que impone su ley sobre la gran
mayoría. Sólo Dios nos puede salvar de nosotros mismos.
En el comienzo del libro de
Isaías, ante la eminencia de la destrucción por parte de los persas, el profeta
Isaías tiene una visión de futuro: Dios
le revela que Sión- Jerusalén sobreviran a la guerra, es más, volverá a tener esplendor
y será punto de peregrinación porque Dios está siempre con ellos. Salmo 121 nos
lo recordará: “Vamos alegres a la casa del Señor”..
En la Carta a los Romanos,
San Pablo habla de la parusía del Señor con la metáfora del amanecer que vence
a la noche. Mientras las noche oscura, sea tan tenebrosa, es decir: la vida diaria
con sus problemas, la persecución religiosa, etc; existe sin embargo: la luz de
Cristo, nuestra fe puesta en Dios nos hará despertar a una nueva realidad,
donde “Dios es Dios” y su “Reino no tendrá fin”, pues gobernará con sabiduría;
con amor; con justicia. Para esto hay que ser personas virtuosas que saben
renunciar al pecado y a todo tipo de degradación que nos aleja de Dios.
P. Chava, SVD |
En la lectura del Evangelio
de Mateo, se enfatiza la partida de Jesús a la casa de Dios y a su vuelta: “Cuando
venga el Hijo de hombre”, en el final de los tiempos, es decir, en la parusía
del Señor, “se guarda un misterio y un enigma”, no sé sabe: “ni el día ni la
hora”; habrá elección de personas y por
tanto no se sabe “quiénes serán los escogidos”, por consiguiente hay que estar
preparados para aquel día; pero si antes nos toca partir primero a la casa del
Padre, hay que vivir: “pensando en que nuestros actos repercuten en nuestra
salvación”; pensar y hacer realidad en vivir una vida plena llena de amor,
felicidad y justicia conforme a la voluntad de Dios y su Reino.
P. Chava, SVD |
En adviento nos encontramos
con la preparación y regeneración de nuestras vidas. Nos preparamos para
celebrar una vez más el acontecimiento que marco nuestras vidas: “la
encarnación de Dios”; la llegada del Verbo Divino, ha sido el acto más
revelador de Dios y su misterio. Como cuando preparamos el cumpleaños de un ser
querido así hay que preparamos para festejar la llegada de Dios a nuestras
vidas.
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la
Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de Madrid, España.