23 Tiempo Ordinario, Ciclo B
Isaías 35, 4-7ª; Salmo 145; Santiago 2,
1-5; Marcos 7, 31-37
9 de Septiembre de 2018
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P. Chava, SVD |
El Señor dará su auxilio, en un mundo
donde se distribuye mal los bienes naturales, donde el más fuerte en poder
económico dicta las leyes. ¡Qué la esperanza de salvación en Dios, nos liberé
del mal que produce el ser humano, cuando se torna egoísta y no comparte nada y
esclaviza a su hermano en desgracia!
Isaías, dice
a los cobardes de corazón que sean fuertes y que ya no teman, pues el mismo
Señor los salvará y reparará los daños, y pone como señales lo que era
imposible, se vuelve realidad: donde había sequia, surgirá el agua, donde había
un daño físico, se restaurará; el ciego verá, el mudo hablará, el sordo oirá,
el cojo hasta brincará. Dios hará nuevo todo lo creado. Habrá tanta alegría que
todos cantarán el Salmo 145, ¡Alaba, alma mía, al Señor!
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P. Chava, SVD |
Santiago,
dice que no hay que vivir la liturgia con distinciones humanas, donde tratamos
bien a las personas por su apariencia, poder y opulencia, en vez de eso hay que
tratarlas con generosidad incluso a los que no tienen nada que dar, es más dice
que: ¡los pobres!, son los privilegiados del Señor; ellos serán pobres en muchas cosas, pero Dios
los sacará de su pobreza para hacerlos ricos en la fe y ellos serán los
herederos del Reino de los Cielos, y a todos los que aman a Dios.
Jesús pasó
por el Territorio de Tiro, en Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la
Decápolis, ahí obraría un gran milagro, hacer oír y hablar a un sordo mudo,
cumpliendo así los símbolos de libertad para el pueblo de Israel, en tiempos en
que son oprimidos romanos, no pueden hablar con libertad y son oprimidos.
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P. Chava, SVD |
Dios da
libertad, da seguridad y restablece lo creado. Muestra su poder de dar vida en
situaciones de muerte. Por eso la comunidad cristiana tiene que imitar a Dios,
en crear esperanza en situaciones de muerte, ayudar a los necesitados, educar
al ignorante, dar de comer al hambriento, así ir sanando los corazones de tanta
gente que sufre la falta de hogar, paz, trabajo, pan, etc.; El cristiano se
convierte en los pies, brazos, manos, boca y ojos de Dios cuando consuela y
sana al que sufre.
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo
Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis
de Madrid, España.