P. Chava, SVD |
Malaquías 1,14–2,2b.8-10; Salmo 130; 1 Tesalonicenses 29,7b-9.13;
Mateo 23,1-12
2 de noviembre de 2014
Revelación, es la manifestación
de Dios a su pueblo, el misterio ha sido revelado, el Señor muestra su rostro y
nos pide que lo escuchemos para que entendamos su mensaje, esto es a través de
los libros sagrados, la vida diaria en la oración unida a la realidad y circunstancia
de los creyentes. Por eso Dios es un Dios que actúa en la historia del hombre,
que no es indiferente ante el ser humano.
Malaquías, da una advertencia
a algunos sacerdotes que han desviados los caminos del pueblo, porque ellos exigen
a la gente que cumplan la ley al pie de la letra, olvidando la misericordia del
Señor, que prefiere un corazón contrito. Un pueblo que vive enajenado por
cumplir, por cumplir, pierde el sentido de la vida, pues vive obsesionado por
no fallar en algo que no es tan importante, pues Dios es amor, y quiere la vida
del pecador antes que su muerte, quiere que él se convierta de corazón y con
ello conseguirá vida eterna. Como dice el salmo 130 podemos confiar en el Señor:
“Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor”.
P. Chava, SVD |
Pablo, alaba y reconoce la
acogida de la Palabra de Dios por parte de los tesalonicenses, y eso es una
gran satisfacción personal para Pablo, porque él llego a encariñarse con ellos.
Lo mismo el misionero, deja todo para seguir al Señor, Dios lo mandará a muchos
lugares desconocidos con personas extrañas a él, pero una vez implantada la
palabra de Dios en su corazón el misionero descubrirá que había valido la pena
seguir al Señor, que le ha mostrado otra nueva familia en la misión, y con
estos lazos de relación se crea una gran familia católica, pues todos los
católicos nos reconocemos como hijos de un mismo Padre, por lo mismo todos nos
podemos llamar hermanos y hermanas, es decir, somos familia por Cristo, con Él
y en Él.
Jesús, señala a los fariseos
como a los escribas, como mensajeros de la palabra de Dios, pero que no la
viven, sino sólo hacen uso de ella para sacar provecho a su conveniencia. Los
considera alejados de las penas que el pueblo padece, y ellos no hacen nada para
cambiarlo. Por eso Jesús se enfada con ellos pues son hipócritas, pero sin
embargo reconoce que ellos tienen razón en recordarnos a Dios y sus mandatos,
pero que no los emitimos pues terminaríamos siendo hipócritas.
La palabra es como el agua
del cielo que empapa la tierra para darle la fuerza vital, que alimenta y
motiva la vida, Dios se vale del mismo ser humano para trasmitir esa agua viva.
El ser humano es como una vasija de barro, que puede cambiar, o romperse porque
no es perfecta, pero en ella lleva un gran tesoro que es la Palabra de Dios. Por
eso dejemos usar por Dios para transportar y transmitir su mensaje de
salvación, que es como agua viva que da vida a quien la toma.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD, Misionero
del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Virgen del Alba, Alcorcón, (Diócesis
de Getafe), Madrid, España.