22° Tiempo Ordinario Ciclo A
Jeremías 20,7-9; Salmo 62; Romanos 12,1-2; Mateo 16,21-27
Domingo, 3 de septiembre de 2017
P. Chava, SVD |
Cargar
con nuestra cruz para dar vida, es inmolarnos a Dios como hostias vivas, pues
quien da su vida por Dios y el evangelio la salvará. Quien da su vida consiente,
libre y espontáneamente, al servicio de Dios y de su pueblo, genera más vida en
la humidad y para gloria de Dios.
En la primera lectura, el profeta Jeremías narra su
experiencia religiosa de su relación con Dios. Su relación con Él es fuerte,
seductora y violenta, y mismo contra su voluntad,
el profeta termina haciendo lo que Dios le pide porque dentro de sus entrañas
le quema la palabra de Dios para que se proclamada sin miedo y hacer ver sus
designios a su pueblo escogido que por sus pecados quedarán reducidos con
violencia. Salmo 62 “Mi
alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío”.
San Pablo en el segunda lectura nos invita al
sacrificio corporal y espiritual: pide que seamos hostias vivas, que no seamos
como la gente en el mundo unido y seducido por los placeres del mundo, sino que
seamos conscientes de nuestro destino que es estar con Dios, para esto tenemos
que asemejaros a Él en nuestras toma de decisiones, que nuestro criterio sea
buscar lo bueno y lo perfecto en fin lo que le agrada a Dios.
P. Chava, SVD |
En el evangelio hay una discordia entre Pedro y
Jesús, por el rumbo y el destino que tiene que hacer Jesús. Puesto que Pedro no
quiere que Jesús vaya a Jerusalén para que muera como un profeta, por eso Jesús
le regaña e insulta, porque Pedro no alcanza a entender que es la voluntad de
Dios que así sea, que Jesús muera para gloria de Dios. Por lo mismo añade Jesús
que a partir de ahora todos los que quieran seguirle lo tienen que imitar: “cargar
su cruz y a renunciar a su vida para poder salvarla”, y quien lo haga tendrá vida
eterna así como el reconocimiento de Dios.
Dios ayúdanos, a tener el valor para dejar que nuestras
vidas sean ofrendas agradables para ti
Señor. Pues como Jesús siendo el hijo de Dios se hizo esclavo de todos, así espera
que quien le siga y entregué su vida al servicio de la humanidad; y ofrenda su
vida para gloria de Dios. Pues quien deja su sitio de confort, patria, familia,
cultura, hasta su propia vida para ayudar a los demás para que tengan los
bienes necesarios tanto espirituales como corporales, esta persona comprendió a
Jesús y asimilo el destino de su Señor. Morir dando la vida a Dios y a su
pueblo para glorificar a Dios y extender
el Reino de Dios en la tierra.
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo
Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis
de Madrid, España.
P. Chava, SVD |