viernes, 16 de septiembre de 2016

¿En dónde está mi corazón?, 25º del Tiempo Ordinario, Ciclo C

25º del Tiempo Ordinario, Ciclo C
P. Chava, SVD
Amos 8,4-7; Salmo 112; 1 Timoteo 2,1-8; Lucas 16,1-13
Domingo, 18 de septiembre de 2016

¿Dónde está mi tesoro?, ¿en dónde está mi corazón? El primer mandamiento de la ley de Dios es amar a Dios sobre todas las cosas. Este mandamiento entra en conflicto muchas veces con los deseos de los seres humanos. Pues por sistema nos enseñan a depender de una economía basada en el dinero y en el poder.  Por tanto muchas veces nuestra cultura nos prepara y envuelve para generar riquezas y poder, olvidándonos de lo esencial que es Dios y la familia.

En la lectura del profeta Amos, se denuncia claramente las injusticias que viven los pobres del pueblo de Israel en manos de los comerciantes. Es una denuncia social de los que se valen de las desgracias y de las necesidades de los pobres para aprovecharse de ellos en engañarles en la compra y venta de la comida; o en vender al pobre por nada, es decir, nos habla de esclavitud laboral.


P. Chava, SVD
En la carta a Timoteo vemos la necesidad de la oración de intercesión de la comunidad cristiana para todos los seres humanos en especial para los que tiene cargos importantes en la sociedad y que con la ayuda de Dios se pueda llegar a una estabilidad: donde se viva en paz y amor por todos en un ambiente religioso de compromiso con el prójimo. En segundo lugar se reconoce la mediación de Cristo Jesús como el salvador del mundo y de la humanidad, por eso a Jesús se le concede todo poder y toda gloria por los siglos de los siglos.

En el evangelio según san Lucas, la predicación de Jesús se enfoca en que no se puede servir a dos amos al mismo tiempo: “a Dios y al dinero”. Por eso Cristo exige que sus discípulos se cuiden de la ambición, de la corrupción por causa del poder y del dinero. Pero en dado caso de caer en la tentación: que el mal no sea causa de su perdición, por el contrario hay que aprovechar la situación para ganar amigos que nos defenderán y hablarán bien de nosotros en los momentos de tribulación o en la gloria eterna.

Las lecturas nos invitan a confiar más en Dios y su providencia, como el hecho que hay que trabajar primero por el Reino de Dios y su justicia y ya lo demás vendrá por añadidura. Porque el ser humano es inducido y seducido para hacer todo lo contrario. Muchas de las veces la ambición del dinero y el poder ciega la mente y el corazón de los hombres y mujeres. Muchas veces son los más pobres lo que son explotados y mantenidos en esa situación para aprovecharse de ellos. El Señor nos invita a liberarnos de las cadenas que nos esclavizan al dinero, a las cosas y al poder. Para poder ser libres y así amar a Dios y al prójimo.
 
P. Chava, SVD

P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de  Madrid, España.

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