viernes, 20 de junio de 2014

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Ciclo A


Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo Ciclo A

Deuteronomio 8,2-3.14b-16a; Salmo 147; 1 Corintios 10,16-17; Juan 6,51-58

22 de junio de 2014



P. Chava, SVD
Señor dame de ese pan para tener vida eterna; dame de comer tu propia divinidad para unirme a Ti el resto de mi vida; dame de comer tu cuerpo, para formar comunidad; dame vida eterna con tus palabras de amor y salvación. Las lecturas de este día nos recuerdan porque Jesús tiene presencia real en la sagrada Eucarística. Jesús en vida delego a sus discípulos este poder de consagrar el pan y el vino en su cuerpo y en su sangre, y es la Iglesia que desde sus orígenes administra este sacramento de salvación.


P. Chava, SVD


Moisés, hace memoria del poder de Dios para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, les hace recordar de la gran proeza de Dios al devolverles la libertad, además añade que Dios nunca los dejó, y cuando parecía el fin de sus vidas por falta de alimentos Dios les da de comer del maná. Por eso Dios es quien da la vida y da la libertad, es el salvador del Pueblo de Israel, esto jamás lo tiene que olvidar. Por eso el pueblo canta como dice el salmo 147: R/. Glorifica al Señor, Jerusalén.

 

Pablo, les recuerda a los corintios que es el cuerpo y la sangre de Cristo es lo que los une al celebrar juntos la eucarística, pues la unidad de un pan puede unir a la diversidad de una comunidad, como todos  que conformamos la Iglesia católica que desde entonces se unen a una misma fe, un mismo sentir, a un solo cuerpo: el de Cristo, y que desde entonces ya somos católicos por la universalidad de razas, culturas, edades, etc. que de generación en generación se alimentan de Cristo y re-crea al mismo Cristo; Pues desde el español hasta el cristiano más lejano forma parte de la Iglesia católica, es decir, del cuerpo místico de Cristo y todo porque Dios, Jesús y Espíritu Santo lo quisieron y lo hicieron posible.


P. Chava, SVD



Jesús, se da conocer como el nuevo maná, es el Pan bajado del cielo, es su cuerpo y su sangre la que dará vida al mundo. Dentro del rito de la misa, en la parte de la consagración hacemos memoria de estas palabras y de la última cena que tuvo con sus discípulos, en la cual consagro el pan y el vino, para hacer la transustanciación, es decir, cambio la sustancia del pan y del vino para poner su propia sustancia de su cuerpo y su sangre, por eso cada vez que comulgamos nos alimentamos de su cuerpo y así unimos a él, formando su cuerpo vivo y místico que es: la comunidad y la Iglesia universal que en el mundo entero que proclama su fe, en la eucarística.

 

Señor Jesús danos vida inmortal con tu cuerpo y tu sangre, aliméntanos con tu palabra y tu cuerpo, para que cada comunidad cristiana que se reúne en tu nombre, te haga presente con su vida; te haga visible con su actuar,   es decir, con su impronta de comunidad eclesial, de generación en generación hasta tu nueva venida. Señor Jesús, tu cuerpo nos une y nos hace más fuertes, nos da vitalidad y nos impulsa a propagar tu mensaje de salvación y de amor.

 

P. Chava, SVD, Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Virgen del Alba, Alcorcón, (Diócesis de Getafe),  Madrid, España.





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