viernes, 31 de octubre de 2014

Revelación, es la manifestación de Dios a su pueblo, 31 del Tiempo Ordinario, ciclo A

P. Chava, SVD
31 del Tiempo Ordinario, ciclo A
Malaquías 1,14–2,2b.8-10; Salmo 130; 1 Tesalonicenses 29,7b-9.13; Mateo 23,1-12
2 de noviembre de 2014

Revelación, es la manifestación de Dios a su pueblo, el misterio ha sido revelado, el Señor muestra su rostro y nos pide que lo escuchemos para que entendamos su mensaje, esto es a través de los libros sagrados, la vida diaria en la oración unida a la realidad y circunstancia de los creyentes. Por eso Dios es un Dios que actúa en la historia del hombre, que no es indiferente ante el ser humano.


Malaquías, da una advertencia a algunos sacerdotes que han desviados los caminos del pueblo, porque ellos exigen a la gente que cumplan la ley al pie de la letra, olvidando la misericordia del Señor, que prefiere un corazón contrito. Un pueblo que vive enajenado por cumplir, por cumplir, pierde el sentido de la vida, pues vive obsesionado por no fallar en algo que no es tan importante, pues Dios es amor, y quiere la vida del pecador antes que su muerte, quiere que él se convierta de corazón y con ello conseguirá vida eterna. Como dice el salmo 130 podemos confiar en el Señor: “Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor”.
P. Chava, SVD


Pablo, alaba y reconoce la acogida de la Palabra de Dios por parte de los tesalonicenses, y eso es una gran satisfacción personal para Pablo, porque él llego a encariñarse con ellos. Lo mismo el misionero, deja todo para seguir al Señor, Dios lo mandará a muchos lugares desconocidos con personas extrañas a él, pero una vez implantada la palabra de Dios en su corazón el misionero descubrirá que había valido la pena seguir al Señor, que le ha mostrado otra nueva familia en la misión, y con estos lazos de relación se crea una gran familia católica, pues todos los católicos nos reconocemos como hijos de un mismo Padre, por lo mismo todos nos podemos llamar hermanos y hermanas, es decir, somos familia por Cristo, con Él y en Él.

Jesús, señala a los fariseos como a los escribas, como mensajeros de la palabra de Dios, pero que no la viven, sino sólo hacen uso de ella para sacar provecho a su conveniencia. Los considera alejados de las penas que el pueblo padece, y ellos no hacen nada para cambiarlo. Por eso Jesús se enfada con ellos pues son hipócritas, pero sin embargo reconoce que ellos tienen razón en recordarnos a Dios y sus mandatos, pero que no los emitimos pues terminaríamos siendo hipócritas.

La palabra es como el agua del cielo que empapa la tierra para darle la fuerza vital, que alimenta y motiva la vida, Dios se vale del mismo ser humano para trasmitir esa agua viva. El ser humano es como una vasija de barro, que puede cambiar, o romperse porque no es perfecta, pero en ella lleva un gran tesoro que es la Palabra de Dios. Por eso dejemos usar por Dios para transportar y transmitir su mensaje de salvación, que es como agua viva que da vida a quien la toma.
P. Chava, SVD

P. Chava, SVD, Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Virgen del Alba, Alcorcón, (Diócesis de Getafe),  Madrid, España.






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