P. Chava, SVD |
Domingo, 18 de septiembre de 2016
¿Dónde
está mi tesoro?, ¿en dónde está mi corazón? El primer mandamiento de la ley de
Dios es amar a Dios sobre todas las cosas. Este mandamiento entra en conflicto
muchas veces con los deseos de los seres humanos. Pues por sistema nos enseñan
a depender de una economía basada en el dinero y en el poder. Por tanto muchas veces nuestra cultura nos
prepara y envuelve para generar riquezas y poder, olvidándonos de lo esencial
que es Dios y la familia.
En la
lectura del profeta Amos, se denuncia claramente las injusticias que viven los
pobres del pueblo de Israel en manos de los comerciantes. Es una denuncia
social de los que se valen de las desgracias y de las necesidades de los pobres
para aprovecharse de ellos en engañarles en la compra y venta de la comida; o
en vender al pobre por nada, es decir, nos habla de esclavitud laboral.
P. Chava, SVD |
En la
carta a Timoteo vemos la necesidad de la oración de intercesión de la comunidad
cristiana para todos los seres humanos en especial para los que tiene cargos
importantes en la sociedad y que con la ayuda de Dios se pueda llegar a una
estabilidad: donde se viva en paz y amor por todos en un ambiente religioso de
compromiso con el prójimo. En segundo lugar se reconoce la mediación de Cristo
Jesús como el salvador del mundo y de la humanidad, por eso a Jesús se le
concede todo poder y toda gloria por los siglos de los siglos.
En el
evangelio según san Lucas, la predicación de Jesús se enfoca en que no se puede
servir a dos amos al mismo tiempo: “a Dios y al dinero”. Por eso Cristo exige
que sus discípulos se cuiden de la ambición, de la corrupción por causa del
poder y del dinero. Pero en dado caso de caer en la tentación: que el mal no
sea causa de su perdición, por el contrario hay que aprovechar la situación
para ganar amigos que nos defenderán y hablarán bien de nosotros en los
momentos de tribulación o en la gloria eterna.
Las
lecturas nos invitan a confiar más en Dios y su providencia, como el hecho que
hay que trabajar primero por el Reino de Dios y su justicia y ya lo demás
vendrá por añadidura. Porque el ser humano es inducido y seducido para hacer
todo lo contrario. Muchas de las veces la ambición del dinero y el poder ciega
la mente y el corazón de los hombres y mujeres. Muchas veces son los más pobres
lo que son explotados y mantenidos en esa situación para aprovecharse de ellos.
El Señor nos invita a liberarnos de las cadenas que nos esclavizan al dinero, a
las cosas y al poder. Para poder ser libres y así amar a Dios y al prójimo.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de Madrid, España.
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