Jeremías 31,7-9; Salmo 125; Hebreos 5,1-6; Marcos 10,46-52
28 de Octubre de 2018
P. Chava, SVD |
El profeta Jeremías trata
de consolar al pueblo, pues hasta el más desvalido como un ciego encontrara su
auxilio en el Señor. Dios muestra su paternidad ante el pueblo de Israel,
Efraín (el pueblo de Dios) será su hijo y Dios será Padre. Por eso el pueblo
escogido cantará el salmo 125 “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos
alegres”.
En la carta a los
Hebreos, la comunidad cristiana comprende el papel sacerdotal de los ministros
consagrados a Dios, ellos tiene que ofrecer sacrificios a Dios, para expiación
de sus propios pecados y del pueblo, en
ese mismo sentido comprendieron que Jesús es sumo sacerdote no por elección
suya sino de Dios.
P. Chava, SVD |
En el evangelio Jesús
sana al ciego Bartimeo que hasta ahora sólo podía trabajar pidiendo limosna,
escucho a la multitud y en ese momento se despertó su esperanza, comienza a
gritar Jesús hijo de David ten compasión de mí, sus gritos le valieron su sanación,
Jesús tuvo compasión de él y lo sano.
Jesús quita la ceguera de Batirmeo, como ejemplo claro de la compasión de
Dios por la humanidad también es una metáfora para los cristianos, en la cual
Jesús nos invita a ser compasivos con nuestros semejantes que claman ayuda a
Dios y a la humanidad. Nuestro deber es asemejarnos a Cristo para sanar las
heridas y las carencias de las personas que no tienen que comer, vestir, que no
tiene salud, vivienda, y lo mínimo necesario para vivir y ser felices. Dios se
compadece del ser humano y por eso enviará a sus fieles para que muestren su
misericordia con su entrega de amor y compasión por la humanidad.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia
Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de Madrid, España.
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