P. Chava, SVD |
Reyes 17,10-16;
Salmo 145; Hebreos 9,24-28; Marcos 12,38-44
8 de
noviembre de 2015
¿Confías
en Dios?, hace mucho tiempo aprendimos a confiar en nuestros
padres, amigos, familiares y en más personas. En nuestra historia aprendimos a
confiar muchas instituciones, pero en quien se puede confiar de principio a fin
de nuestras vida es Dios, pues de Dios venimos a Dios iremos, nos conoce de
principio a fin, por lo mismo podemos confiar en su voluntad y en su
providencia divina.
En la primera lectura Elías el profeta se siente
desfallecer de hambre y le pide ayuda a quien menos le podía ayudar, a una
viuda que vivía con su hijo y que ella ya planeaba morir de hambre junto con su
hijo, pues en aquella región había una hambruna por falta de la lluvia. Elías
insiste en que la viuda sea generosa y dé hasta lo que no tiene, pero sobre
todo que confié en la providencia de Dios, que el hambre no les matará. Salmo
145 “Alaba, alma mía, al Señor”.
P. Chava, SVD |
En la carta a los Hebreos, la comunidad cristiana reflexiona
y descubre el gran sacrificio de Jesús para salvar a la humanidad del pecado
que la corrompía y la destruía, Jesús se iguala a los sacerdotes de la época y
los supera, pues solo hace un sacrifico para la especiación de los pecados de
los hombres y mujeres. Sacrificio que es superior a todos los sacrificios
ofrecidos por los sacerdotes de su tiempo. Pues Jesús ofreció su propia vida en
sacrificio a Dios para salvación de la humanidad.
En el evangelio Jesús educa a sus discípulos poniendo
dos tipos de personas que con sus actitudes definen como son con los demás: por
una parte crítica a los fariseos por su arrogancia e hipocresía, y por otro
enaltece la acción de desprendimiento y entrega de una viuda. Manifestando así
el Señor que el cristiano tiene que aprender a no ser mezquino con su entrega y
no ser altanero como los fariseos.
El hombre y la mujer es un ser con sus circunstancias,
esto determina: su pensamiento, cultura, idioma, religión y muchas de sus conductas,
pero al mismo tiempo en la medida en que el ser humano aprende a convivir y a ser
un ser con los otros aprende a confiar, a ser más libre y a determina su
destino. Le sumamos que mismo con todo o sin nada, el hombre tiene adherido a
su ser: su parte religiosa y trascendental, es decir, cuando el ser humano une
su voluntad con la de Dios, aprende a confiar en la voluntad de Dios, aprender
a convertir su vida en trascendencia, pues Dios obra grandes obras en él.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino,
Vicario de la Parroquia Virgen del Alba, Alcorcón, (Diócesis de Getafe), Madrid, España.
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