5º de Cuaresma, Ciclo A
Ezequiel
37,12-14; Salmo 129; Romanos 8,8-11; Juan 11,3-7.17.20-27.33b-45
26 de marzo de
2023
P. Chava, SVD |
En la primera lectura el profeta Ezequiel nos narra la
grandeza de Dios al infundir su Espíritu sobre los huesos; sobre los cuerpos
inanimados; sobre los muertos. La tragedia es por los muertos enterrados fuera
de Tierra Santa. El Señor, da la promesa de resurrección y de vida eterna para
el pueblo escogido, para estar unidos en la vida eterna. Pues Dios es un Dios
de vivos y de muertos, con esto descubrimos que Dios supera el espacio del
tiempo y llegamos a la eternidad en compañía de nuestro Señor.
En la segunda lectura San Pablo escribe a los Romanos
la importancia de hacer comunión con la Iglesia, al recibir todos, el mismo
Espíritu; añade la calidad y la eficacia de este Espíritu pasando por la
experiencia de la muerte de Jesús a una experiencia de resurrección, es decir,
quien recibe este Espíritu que recibió Jesús sin dudad tendrá el mismo
beneficio, resucitar junto a Cristo.
P. Chava, SVD
En la lectura del Evangelio según san Juan encontramos
el séptimo signo (milagro de Jesús). Los discípulos son testigos de que Jesús
lloró por la muerte de a su amigo Lázaro, sus hermanas (Marta y María) le
reclamaron a Jesús, por su tardanza en venir para sanar su hermano. Lázaro murió
con el propósito para dar gloria a Dios, pues Jesús lo resucitó. Jesús es la
resurrección y la vida quien crea en Él tendrá vida eterna.
Hay que dar gloria a Dios en esta vida con nuestros
actos y con nuestras acciones, pues quien está unido a Jesús, y así permanece
unido a nuestro Dios Uno y Trino. Al estar unido a Dios obra milagros en todos
nosotros; como, por ejemplo: al darnos la vida y llegar a compartir esa vida
con nuestra familia, amigos y personas que Dios nos va poniendo en el camino.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD, Misionero del Verbo
Divino, Vicario de la Parroquia Verbo Divino, Diócesis de Getafe, Leganés,
Madrid, España.
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