domingo, 7 de agosto de 2022

21º Tiempo Ordinario, Ciclo C

21º Tiempo Ordinario, Ciclo C
Isaías 66,18-21; salmo 116; Hebreos 12,5-7.11-13; Lucas 13,22-30
21 de agosto de 2022
 
P. Chava, SVD
Dios llama para la salvación, dentro de nuestro devenir en la historia, el ser humano tiene la opción de aspirar a lo transcendente, ir más allá de lo evidente y de lo material, en el camino espiritual hacia la vida eterna y hacia la casa del Padre, tendremos que purificarnos de nuestros pecados y dependencia a lo material, para buscar lo esencial que es Dios; porque Dios es nuestro origen y nuestro fin en la vida.  
 
En el libro de Isaías, el profeta proclama la bendición del Señor para el pueblo de Israel, en el post-exilio, Jerusalén está totalmente destruida y hay que construirla de nuevo, por eso Isaías transmite la esperanza de prosperidad, abundancia y bendición por parte de Dios. Con esto se entiende el poder de Dios, para salvar, sanar, bendecir, construir a una nación: a su pueblo escogido: el pueblo de Israel.
P. Chava, SVD
 
En la carta a los Hebreos, se justifica el amor de Dios como el amor que corrige y reprende las acciones malas de su pueblo, para hacer de él un buen hijo, es decir, el pueblo de Dios está llamado a ser un pueblo santo y entregado al servicio de su prójimo y de Dios. Por eso era necesario la corrección para tener una vida honrada y en paz; para que nos fortalezcamos en alma y cuerpo; para que caminemos rumbo a la casa del Padre Dios.
 
En el evangelio de Lucas, es Jesús quien insiste a sus discípulos en esforzarse en entrar por la puerta estrecha al Reino de los Cielos, pues muchos serán los llamados pocos los elegidos. La salvación será para quien ante los ojos de Dios han merecido la salvación por su fe, sus obras de caridad, su fidelidad y entrega a Dios y a su prójimo. Pues no basta con saber quién es Dios, sino que hay que poner en práctica sus enseñanzas con nuestras vidas.
P. Chava, SVD
 
En el caminar de los años, en nuestra peregrinación por la tierra, disfrutaremos de las maravillas de Dios. De nuestros hermanos en Cristo, de la humanidad en general, de cuanto el hombre y la mujer han creado para sí mismos y para los demás. Pero sobre todo no debemos perdernos en el camino, pues nuestra meta y nuestro fin último, es llegar de nuevo a la casa del Padre, para esto tendremos que esforzarnos para purificarnos de nuestros pecados. Y salvar nuestra alma y cuerpo, para gloria de Dios.  
 
P. Chava, SVD, Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Verbo Divino, Diócesis de Getafe, Leganés, Madrid, España.

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