Ezequiel 2,2-5; Salmo 122; 2 Corintios 12,7b-10; Marcos 6,1-6
8 de julio de 2018
P. Chava, SVD |
El profeta es el mensajero de
Dios, es el Señor que lo legitima para hablar en su Nombre, el profeta es el
sirviente de Dios, capaz de soportarlo todo en su Nombre. El profeta anuncia la
Palabra de Dios y denuncias los pecados y las injusticias del pueblo, el
profeta se convierte en la conciencia de Dios en medio del Pueblo.
Ezequiel, es llamado por Dios para que sea un profeta en medio del pueblo de Israel,
que sea testigo de la presencia de Dios en medio de un pueblo rebelde, que
muchas veces: “pasa de la voluntad de Dios”, es decir, no le hace caso. El
profeta será la conciencia que advertirá de los pecados y maldades que comete
el pueblo. Porque Dios no quiere la muerte del pecador sino que se arrepienta y
cambie el pueblo de su maldad el creyente dirá el salmo 122: “Nuestros ojos están en el Señor, esperando
su misericordia”.
P. Chava, SVD |
Pablo, está pasando por momentos muy difíciles, tiene mala salud, lo insultan y
persiguen, y mismo así su fe no decae sino al contario aumenta, pues su
consuelo y su fortaleza es el Señor que le dice: que su “gracia” lo sostendrá
en la tribulación. Pablo entiende que en tanto más débil es él como hombre es
más fuerte con el Señor, pues sabe que Dios lo protege y lo libra de todo los
males que le pudiera afectar.
Jesús, experimenta el dicho popular: “nadie es profeta en su propia tierra”,
porque la gente que lo conocen a él y a toda su familia los descalifican por
venir de una familia humilde y sencilla, sólo es un carpintero no tiene
preparación aparente sobre las escrituras, para el pueblo no son importantes en
su comunidad, por eso no tienen fe en Jesús y por consiguiente Jesús no llega
hacer ningún milagro en su comunidad de origen.
Las lecturas de hoy, nos estimulan a
oír la palabra de Dios, a entender e interpretar su mensaje para poderlo vivir
y poner en práctica. Pero esto no es posible sin que alguien nos hable de Dios:
en la familia, en la Iglesia, en la comunidad, en la escuela, en el trabajo, en
fin Dios necesita todos los días de gente que asuma el reto de ser su profeta
en medio del pueblo de Dios.
P. Chava, SVD |
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