Domingo de Ramos - Ciclo B
Isaías 50,4-7; Salmo 21; Filipenses 2,6-11; Marcos 15,1-39
28 de marzo de 2021
P. Chava, SVD |
En la primera
lectura Isaías, nos narra la actitud del siervo sufriente, que encara el
dolor y las humillaciones por la fe que tiene puesta en Dios, confía en que el
Señor no lo va a defraudar. En medio de tanta maldad y en su soledad,
el inocente, aún tiene esperanza en la misericordia de Dios.
En la segunda lectura Pablo, nos narra la Kénosis de Cristo, es decir, Jesús se despoja de todo: dejando a un lado su condición de Hijo de Dios, se humilló hasta morir en la cruz, con toda clase de tortura y maldad, con su inocencia y su entrega nos pone el ejemplo de seguir a Dios hasta las últimas consecuencias, con esto Dios le dio poder en la tierra y en el cielo: le dio Nombre-sobre-todo-nombre, por tanto, Jesús es el Señor de señores. Nos compró con su sangre y su vida. Jesús nos salvó de nuestros pecados.
P. Chava, SVD |
En el evangelio Jesús, colgado en la cruz dijo antes de morir: “Eloí, Eloí, lamá sabaktaní”. Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El centurión, que estaba enfrente, dijo: “Realmente este hombre era Hijo de Dios”. Todo el evangelio de san Marcos nos crea el suspenso de pensar ¿quién esté Jesús?, y es en la cruz, por boca de un “pagano”, es decir de un no judío, que nos dice su verdadera identidad: “Jesús es el Hijo de Dios”.
Es mejor que muera el inocente para salvar a un pueblo, y no que muera un pueblo por un rebelde. Fue uno de los argumentos de los líderes religiosos y civiles, para convencer al pueblo para matar a Jesús, pues era preferible que muera un hombre a que llegara la paz romana, es decir, la crucifixión en masa de los rebeldes. “La cruz”, que apacigua las rebeldías, los motines y que inhibe cualquier otro alzamiento del pueblo con ansias de cambiar el sistema, porque la muerte en la cruz es de las más dolorosas y humillantes de aquella época.
P. Chava, SVD |
Pero Jesús no sólo murió por la decisión de unos hombres; Jesús realmente entrego su vida para salvarnos y mostramos cuanto nos ama Dios; con su muerte nos purifica de nuestros pecados. Nos devuelve la dignidad de hijos de Dios, Jesús vino a salvarnos por amor a Dios y a la humanidad entera. Jesús en ti ponemos nuestra vida y toda nuestra confianza.
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Párroco in
solidum de las unidades pastorales en Villatuerta, Oteiza, Noveleta, Grocín y
Murillo, en Navarra, Diócesis de Pamplona, España.
https://youtu.be/LmkpiVrsWKM
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