Levítico 19,1-2.17-18; Salmo 102; 1 Corintios 3,16-23; Mateo 5,38-48
23 de febrero de 2020
Amar es signo de estar vivos, pues quien ama, con sus palabras, sus acciones, sus gestos: da vida y esperanza a quien ama. Por eso el creyente tiene que sentir el amor de Dios en sus vidas y al mismo tiempo, el creyente, está llamado a amar a toda la humanidad y a la tierra en su totalidad.
P. Chava, SVD |
En el libro de Levítico encontramos una
invitación de Dios para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, esto nos
dice el Señor, además pide que todos sean santos como el mismo Dios es Santo.
Salmo 102: “El Señor es compasivo y misericordioso”.
En la segunda lectura san Pablo explica
que todos los seres humanos además de tener la dignidad de ser personas; todos
somos templo del Espíritu Santo; que si queremos y deseamos pertenecer a Dios,
tenemos que ser necios ante el mundo porque sabiduría del mundo no es la misma
de Dios, por eso al creyente le dirán que es necio, por tener fe, esperanza y
caridad en su vida. Por tanto el creyente, se tiene que fiar de la inmensa
bondad de Dios, porque todo lo que necesita vendrá de Él para poder vivir y así
dar testimonio con su vida.
P. Chava, SVD |
En el evangelio según san Mateo, Jesús
enseña a sus discípulos a amar sin medidas, pues el amor no tiene límites, todo
lo perdona, todo lo acepta, todo lo soporta, el amor de Dios todo lo puede. Por
eso el cristiano tiene que amar hasta el amor imposible, llegar a amar a sus propios
enemigos o los que nos hacen el mal. Como por ejemplo amar inclusive a los que nos
llegaron a difamar, golpear, insultar, robar, etc. Pues el mal en el mundo,
tan sólo se le vence con la medicina del amor. Y el mejor ejemplo es Dios
que hace salir el sol y da la lluvia a las personas malas como a las buenas.
Recordemos el gran ejemplo de Jesús: antes de morir en la cruz pidió perdón a
Dios para sus asesinos porque “ellos no saben lo que hacen”.
En las lecturas descubrimos la importancia
de: “amar a nuestro prójimo como nosotros mismo”, de llegar a amar sin límites,
pues eso da garantía de vida eterna y de amor eterno. Por eso el cristiano
tiene que mostrar esos signos de amor al prójimo: al garantizar la vida del ser
humano, defendiendo la vida de todos los seres humanos; de ayudar a todo el
necesitado cuanto él que pueda ayudar, con palabras, amor y caridad; Somos
llamados a ser discípulos de Jesús y estamos llamados a no excluir a nadie,
sino al contrario respetar y aceptar a todo el ser humano, independientemente
de sus circunstancias en la vida; estamos llamados a ser tolerantes con uno mismo para ser tolerante
con los demás; de perdonar incluso a los que nos han hecho mucho daño. Pues sólo
el amor, cura los males en el mundo, como nos lo enseño Jesús.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino,
Párroco in solidum de las unidades pastorales en Villatuerta, Oteiza, Noveleta,
Grocin y Murillo, en Navarra, Diócesis de Pamplona, España.
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