P. Chava, SVD |
16º Tiempo ordinario
23 de Julio de 2017
Dios se hace
visible ante el ser humano en sus obras, todo su creación es huellas de su
amor, de su poder y de su donde vida.
En el libro de sabiduría insiste que no hay dios
como nuestro Dios, porque su fuerza y su poder ejercen justicia en el mundo. Dios
gobierna con rectitud, quien confía en Él no quedará defraudado, quien no teme
a Dios será sometido a su poder tarde o temprano. Pero Dios es el Señor de la misericordia
pues busca la salvación del pecador y no su muerte, por eso da muchas oportunidades
para que el ser humano se convierta y cambie de vida. Salmo
85 Tú, Señor, eres bueno y clemente.
San Pablo escribe que el creyente poco o nada sabe
pedir lo que le conviene según los planes de Dios, por eso desciende sobre él y
en sus momentos de debilidad y duda le hace escudriñar su corazón para tomar
decisiones que transformará su vida, pero sólo el que está atento a Dios
comprenderá sus planes en su vida.
En el evangelio Jesús habla en Parábolas sobre el
Reino de Dios: un hombre que sembró buena semilla en el campo; un grano de mostaza
que uno siembra en el campo; la levadura que amasa una mujer con tres medidas de harina.
Las tres Parábolas nos hablan del núcleo creador de Dios guardado en lo
sencillo y pequeño, pero en buenas circunstancias crece en tamaño, poder y
fuerza, a tal grado que todos son afectados y beneficiados. Lo mismo es Dios
con el ser humano, comienza con unos cuantos discípulos y ahora son millones en
el mundo los que creen en Dios, pero a un falta mucho por sembrar, para que dé
fruto el Reino de Dios a nivel mundial.
Nada nos turbe, nada nos espante solo Dios basta,
pues quien confía en su misericordia comprende que teniendo a Dios de su lado
todo es posible, todo es creíble, sobre abunda la gracia de Dios y sus
bendiciones, hay mucha prosperidad y bienestar.
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo
Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de
Madrid, España.
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