23º Tiempo
Ordinario, Ciclo A
Ezequiel 33,7-9;
Salmo 94; Romanos 13, 8-10; Mateo 18,15-2010 de septiembre de 2017
P. Chava, SVD |
Dios me puso como
el guardián de mi hermano y él de mí. La mutua corresponsabilidad afianza la
confianza y el amor fraterno, y quien ama sabe corregir con amor a su hermano.
En
la primera lectura Ezequiel se convierte en el centinela de la casa de Israel,
es decir: “en su conciencia”, pues tiene que advertir al malvado de su pecado
para que se convierta antes de su muerte, para que pueda cambiar de rumbo y se
salve, y si no quiere por su propia voluntad se condenará pero Ezequiel se
salvará por advertirle. Salmo 94 “Señor, que no seamos sordos a tu voz”.
En
la segunda lectura san Pablo insistirá en la esencia de la religión y parte del
principio de que Dios es amor, por tanto sus normas están dirigidas al cuidado
de nuestros hermanos; en consecuencia: “amar al prójimo como a uno mismo” es el
resumen de la ley de Dios.
P. Chava, SVD |
Señor dame humildad y sabiduría, para aceptar
tanto mis defectos y pecados como el de mis hermanos y hermanas, que sepa
diferencia entre lo bueno y lo malo, y conforme a tu voluntad asuma los cambios
que tenga que hacer en mi vida y el de los demás; Señor confío en tu infinita
misericordia por el amor que me tienes.
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo
Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis
de Madrid, España.
P. Chava, SVD |
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