P. Chava, SVD |
Génesis 2,7-9;3,1-7; Salmo 50; Romanos 5,12-19; Mateo 4,1-11
Domingo, 5 de marzo de 2017
Cambiar la historia para
bien de la humanidad. En los relatos que heredamos desde hace siglos,
encontramos muchos que pretenden desvelar misterios del origen de la humanidad
y el porqué conservamos algunas tradiciones y ritos.
En el libro del
Génesis, encontramos el meta relato de la explicación de la expulsión del hombre
y la mujer del paraíso: este relato tiene el fin de entender porque la
humanidad tiene que trabajar; como el ser humano tiene por naturaleza la
ambición por la búsqueda del poder y del conocimiento para manipular la
realidad, de fondo quiere ser Dios o por lo menos asemejarse a Él. Adán y Eva,
nos dice el relato, cometen un acto de infidelidad al traicionar la confianza
de Dios, por eso el ser humano es separado de la realidad humana de la divina.
Esta falta de nuestros primeros padres en la religión católica le llaman pecado
original y en la doctrina de la Iglesia se afirma que todos nacemos con ese
pecado, hasta que somos purificados por el bautismo. Es necesario buscar el
perdón de Dios para ser purificados por él, como dice el Salmo 50 “Misericordia,
Señor: hemos pecado”.
P. Chava, SVD |
En la carta a los
Romanos une el relato del Génesis de la expulsión y muerte del hombre por causa
de su desobediencia a Dios, pero sin embargo, Jesús al morir en la cruz con su
obediencia salvo a la humanidad de la muerte y la ha regenerado. Por Adán
perdimos mucho, por Jesús lo ganamos todo.
En el evangelio
encontramos a Jesús en el desierto y después de pasar hambre y sed durante
cuarenta días es tentado por su enemigo el diablo para que abandone a Dios y se
complazca así mismo: para que deje de tener hambre; para que muestre su poder
divino, para que se sacie de tener todo cuanto quiera hasta el mundo entero.
Pero Jesús vence las tentaciones y comienza así el Reino de Dios con sí
definitivo a Dios y una renuncia de sí mismo para salvar a la humanidad; para
santificar las obras de Dios con su vida y son su memoria. La Iglesia lo hará
con los sacramentos que Jesús nos dejo.
El sentimiento de
culpa lo traemos desde que nacemos porque desde que nacemos cargamos emocionalmente
una herencia envenenada: “el pecado original”. Es un sentimiento de culpa que arrastra
a toda la humanidad desde el relato de Adán y Eva en el libro del Génesis;
todos cargamos con el sentimiento de ser imperfectos y ambiciosos, por desobediencia
a Dios, por la desobediencia de nuestros primeros padres perdimos el paraíso. El
Génesis es un relato que nos implica a todos, nuestros orígenes y nuestras
caídas y pecados, por eso cobra sentido el
porqué Jesús es nuestro salvador, porque con su vida, muerte y resurrección descubrimos
el amor de Dios. Jesús vino a cumplir la voluntad de Dios y con su obediencia
nos salvo: la gracia de Dios, que borra todo tipo de pecado, la recibimos a
través de los sacramentos que administra
la Iglesia, en especial los de iniciación cristiana: Bautismo, reconciliación, eucarística
y confirmación. Gracias Dios, Jesús nos salvo a todos con su amor.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo
Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de
Madrid, España.
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