P. Chava, SVD |
Isaías 49,3.5-6; Salmo 39; 1 Corintios 1,1-3; Juan 1,29-34
Domingo, 15 de enero de 2017
El Señor escogió
a su consagrado y en él está la presencia de Dios, para anunciar y denunciar,
para derribar el pecado y construir el Reino de Dios.
En el libro de Isaías encontramos la consagración del
siervo de Dios, que será el libertador del pueblo de Israel en la esclavitud en
Babilonia y ahora también será el libertador de muchas naciones, pues los
consagrados a Dios tienen la misión de hablar en su nombre y salvar a la
humanidad de sus pecados y de sus opresiones. Por eso los consagrados dirán el
salmo 39: “Aquí estoy, Señor, para
hacer tu voluntad”.
La paz sea con los consagrados y los llamados a la
evangelización es lo que desea Pablo y Sóstenes a la Iglesias de Corinto y las
nuevas que se van formando, pues Dios multiplica su presencia en cada
consagrado que lleva la Buena Nueva y la práctica en su comunidad.
P. Chava, SVD |
En el evangelio según san Juan se reseña como Juan
señala a Jesús como el cordero de Dios, es decir, el que dará la vida para
salvarnos de nuestros pecados; con su muerte y resurrección de Jesús pasaremos
de pecadores condenados a pecadores perdonados, por la gracia de Dios y por la
sangre del cordero inmolado en la cruz. Por esa grandeza de dar la vida por la
humanidad Jesús es nuestro salvador.
P. Chava, SVD |
Señor Jesús, Tú eres el cordero de Dios que quita el
pecado del mundo, Tú eres nuestro hermano y Señor. Hágase en nosotros la
voluntad de Dios, para poder humanizar, salvar, curar, perdonar al ser humano
de todos sus males. Que podamos ser sus consagrados que den luz y esperanza en
un mundo de odio y violencia, Señor Jesús haznos instrumentos de tu amor.
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la
Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de Madrid, España.
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