P. Chava, SVD |
Éxodo 17,8-13; Salmo 120; Timoteo 3,14–4,2; Lucas 18,1-8
16 de octubre de 2016
Bendito sea el Señor Dios de Israel, bendita sea su
santa voluntad, a Él todo poder, todo honor y toda gloria por los siglos de los
siglos. Pues nuestro Dios es el verdadero, es el tres veces santo, es nuestro
defensor, nuestro guía, nuestro amparo.
En el libro del Éxodo se disputa una batalla, no
sólo con la espada y la inteligencia, sino también en el ámbito emocional, de
fe y de religión. Los que confían en Dios como Moisés, saben que con la ayuda
de Dios todo es posible. Con gestos, con símbolos, con fe en Dios: “Moisés,
Josué y sus soldados”, han vencido al ejército de Amalec. Por eso el pueblo
puede cantar a Dios el salmo 120: El auxilio
me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
P. Chava, SVD |
En el Evangelio de san Lucas explica Jesús la
importancia de la constancia en la oración y nos pone la parábola de la viuda y
el mal juez como ejemplo: el mal juez atiende a la viuda por su insistencia,
perseverancia y por miedo a ser agredido por ella; por tanto nuestra oración
tiene que ser constante y perseverante sin caer en el desanimo, pues a base de
mucho insistir con fe, será escuchada y atendida por Dios.
Señor a ti clamamos
con gritos de ayuda; a ti acudimos todos tus hijos e hijas, para que se haga
justicia en nuestras vidas, para que atiendas nuestras necesidades, físicas,
económica y espirituales. Señor antes de que abramos la boca ya sebes lo que
hay en nuestras mentes y corazones. Que todo lo que pidamos sea conforme a tu
voluntad y nuestro bienestar. Bendice nuestros familias, hogares, trabajos
estudios; bendícenos y santifícanos Señor.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de Madrid, España.
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