P. Chava, SVD |
Isaías 50,4-17; Salmo 21,2a.8-9.17-18a.19-20.23-24; Filipenses 2,6-11; Lucas 22,14–23,56
Domingo, 20 de marzo de 2016
Jesús me
salvo. El chivo expiatorio es el ser sacrificado por el bien común, para
purificar los pecados o culpas del pueblo o de un grupo de personas. Consiste
en cambiar una vida por muchas, en sacrificar al inocente por el pecador. Eso
fue lo que hozo Jesús por la humanidad, el dio su vida para salvarnos de nuestros
pecados.
En el libro de Isaías, habla de la vocación que el
profeta tiene para con su pueblo por orden de Dios: y es la de consolar y
fortalecer al pueblo en tiempos de la esclavitud. En este pasaje nos narra la
fortaleza espiritual y la fe, que tiene el siervo sufriente del Señor ante la
opresión y humillación que recibe. Pero el siervo no se inmuta, pues es Dios quien
lo fortalece en la desgracia, es Dios quien lo consuela y rescatará de en medio
de tanto dolor. El pueblo de Israel en la calamidad recitará: el salmo 21 “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”.
En la carta a los Filipenses, se resalta las dos
naturalezas de Jesús: la humana y la divina, pero Jesús siendo el Hijo de Dios
se hizo uno como nosotros, un hombre lleno de fragilidades mostrando su
condición humana; Jesús al asumir nuestra naturaleza nos une a Él, por eso con
su muerte morimos y con su resurrección resucitamos, pues obedeciendo al Padre
es como nos salvo, dando su vida por nosotros, nos rescato de la esclavitud del
pecado, para devolvernos la dignidad de ser hijos de Dios.
P. Chava, SVD |
En el evangelio según san Lucas, recordamos la pasión de
Jesús: el jueves por la noche es detenido y acusado de alta traición, pasando
por un juicio oral, fue condenado a muerte, por injurias y mentiras de sus
acusadores movidos por la envidia y el odio hacia Jesús. A Jesús sólo le queda
asumir la tortura y carga con la cruz, hasta su suplicio en el lugar donde morirá
para remisión de nuestros pecados. Es ahí donde pueblo realmente descubren que
en verdad Jesús es hijo de Dios. Todos lloran su muerte hasta la naturaleza
resiente la muerte de su Señor.
A largo de nuestra historia nos encontraremos a muchos
inocentes que mueren por culpa de sus verdugos; experimentaremos la maldad
hecha carne. Jesús lo hizo, muchos mártires, y luchadores por la paz y la
justicia mueren a diariamente a manos del poder económico, político y
religioso, con la escusa de mantener estatus y normas que los mantienen en su
poder. Poro el inocente y el débil no debe tener miedo, pues cuenta con Dios
para hacer un contrapeso, y de este modo traer la esperanza de que no todos son
malos, que hay muchos que son justos y buenos, y que por ellos hay que luchar
para mantener la vida del ser humano por encima de los valores económicos o de cualquier otro
poder, que intenta acabar con el ser humano y sus derechos a la vida.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino,
Vicario de la Parroquia Virgen del Alba, Alcorcón, (Diócesis de Getafe), Madrid, España.
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