P. Chava, SVD |
Isaías 43,16-21; Salmo 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6; Filipenses 3,8-14; Juan 8,1-11
Domingo, 13 de marzo de 2016
Dios ten piedad, Señor ten piedad, Cristo ten piedad.
En la infinita misericordia de Dios está el deseo inestimable de Dios para
salvar a todos sus hijos e hijas de las injusticias que muchos hombres y
mujeres promueven para esclavizar, abuzar y aniquilar al mismo hombre movidos
por el poder, el dinero y el odio.
En el libro de Isaías,
nuevamente el pueblo de Israel implora la piedad a Dios para que los
libere con su brazo fuerte y los saque de la esclavitud que sufren en
Babilonia. Su fe se hará realidad y Dios los liberará para que regresen a la
tierra prometida; por eso el pueblo confiando en la misericordia de Dios catará
el salmo 125: “El Señor ha estado
grande con nosotros, y estamos alegres”.
En la carta a los filipenses san Pablo da gloria a Dios por conocer a Jesús, porque la vida y la obra del Señor, aumento su fe en Dios y con ello el deseo de la justicia. Pues la vida del creyente cobra sentido cuando está encaminada a encontrarse con Jesús. Yo no importa el pasado sino el presente y el futuro cuando la meta es llegar a Dios por medio de Jesús.
En la carta a los filipenses san Pablo da gloria a Dios por conocer a Jesús, porque la vida y la obra del Señor, aumento su fe en Dios y con ello el deseo de la justicia. Pues la vida del creyente cobra sentido cuando está encaminada a encontrarse con Jesús. Yo no importa el pasado sino el presente y el futuro cuando la meta es llegar a Dios por medio de Jesús.
P. Chava, SVD |
En el evangelio es puesto a prueba Jesús para poner la
justicia de Dios en medio del pueblo: pues en una sociedad donde cada palabra,
cada gesto esta medido en causa y efecto; donde hay premio y castigo, para
quien cumpla o desobedezca la ley de los hombres y los cánones religiosos. Pero
es ahí donde el veredicto de Jesús es claro: no condenes para no ser condenados;
perdonemos para ser perdonados; ama para ser amado. La mujer fue rescatada de
las malas intenciones de los hombres y sus leyes para condenarla y después matarla;
la mujer nada más tuvo que creer en Jesús y su justicia: “irse y no volver a
pecar”. Dios ha hecho justicia con la humanidad, pues no vino a condenarla sino
a salvarla de su autodestrucción.
Señor en un mundo tan violento, donde la tiranía, las injusticias son tan frecuentes y muchas de ellas justificadas por el mismo hombre con sus decretos, normas culturales, tradiciones y uso costumbres. Señor el mal avanza cuando dejamos que así sea, cuando otros valores se ponen por encima de la dignidad del ser humano y su propia vida; por eso te imploramos: Ven Señor Jesús entra en nuestros corazones y en nuestras mentes para controlar nuestros sentimientos y nuestras ideas, para que no se perviertan por el camino de la vida. Señor danos más fe, danos más amor y misericordia para usarla con nuestro prójimo.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario
de la Parroquia Virgen del Alba, Alcorcón, (Diócesis
de Getafe), Madrid, España.
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