P. Chava, SVD |
Deuteronomio 26,4-10; Salmo 90,1-2.10-11.12-13.14-15; Romanos 10,8-13; Lucas 4,1-13
Domingo, 14 de febrero de 2016
Aprender a decir que no, es la forma de formar carácter.
Somos personas libres que estamos condicionados por nuestras circunstancias
donde fuimos formados en una sociedad para un fin específico; pero en el
momento en que tomamos conciencia de quienes somos: “hijos de Dios”, descubrimos
que Dios nos invita a vivir la vida por amor, en amor y para el amor al
prójimo, es decir, amar a la humanidad y todos nuestros pensamientos y acciones
tienen que ir dirigidos a este fin.
P. Chava, SVD |
En el libro de Deuteronomio,
Moisés ordena al sacerdote ofrecer las primicias del pueblo para que Dios os
bendiga; les hace recordar como Dios recata al pueblo de Israel de la
esclavitud en Egipto, y que hora incluso le da la tierra de los cananeos como
la tierra prometida. Por eso el pueblo cantará el salmo 90 “Está conmigo, Señor, en la tribulación”.
En la carta los Romanos San Pablo nos dice, que para
salvarnos tenemos que dar testimonio de nuestra fe con nuestras palabras y con
nuestras obras; todo los seres humanos tienen la misma garantía de salvarse, en
la medida en que se encomiende a Jesús, que es su Señor, y por eso él los
salvará.
P. Chava, SVD |
En el evangelio según san
Lucas, después de que Jesús fue bautizado, es llevado por el Espíritu Santo al desierto,
(en forma de retiro), dónde hará oración y ayunará por 40 días con sus noches,
como lo hacen los profetas y lo exegetas, que quieren disciplinar su mente,
corazón y cuerpo, pero justo en el día cuarenta es cuando surge la tentación
por parte del Diablo: le invita a renunciar a su fidelidad a Dios, y someterse
al Diablo, a cambio de poder y riquezas; aun más lo tienta en su ego en mostrar
su poder para cambiar las sustancia de las cosas, pues Jesús puede convertir la
piedra en pan y también por su naturaleza divina no sufrirá ningún daño, que no
lo permita Dios, pues para eso están su ángeles custodios, son sus argumentos
del Diablo. Pero Jesús vence las tentaciones y al Diablo, conservando su
fidelidad al Padre.
En el tiempo de cuaresma,
nos toca reflexionar sobre nuestras vidas, es un tiempo de parar con nuestras
actividades diarias para darnos cuenta del camino, y los pasos de nuestra
historia, es decir, es un tiempo para darnos cuenta de nuestros aciertos y de
nuestros fracasos como personas; es un tiempo para remontarnos después de mirar nuestras caídas por
causa de nuestros pecados y debilidades. Lo haremos imitando a Jesús que dijo no al pecado, no las tentaciones del mal.
Digamos juntos: Señor Jesús,
soy un pecador, pero un pecador que quiere ser perdonado, y que quiere vivir
como nueva creación; ser una persona renovada por tu Espíritu, para compartir
la dignidad de ser también “hijo de Dios”; capaz de amar y perdonar; capaz de
soñar y recrear la realidad de nuestro entorno, para se haga tu voluntad entre
nosotros y así construir el Reino de Dios en la tierra. ¡Ven Señor Jesús y sálvanos!
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino,
Vicario de la Parroquia Virgen del Alba, Alcorcón, (Diócesis
de Getafe), Madrid, España.
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