9 de
Febrero de 2014
Isaías
58, 7‑10; Salmo 111; 1 Corintios 2, 1-5; Mateo 5, 13‑16
Dar
sabor a la vida y salir de la oscuridad, son signos de amor y esperanza del
cristiano. Después de vivir una
tremenda oscuridad de lo noche, descubriremos la dicha del nuevo día, es decir,
después de tanto sufrir y llorar seremos consolados por lo justos: por los que
obran el bien, porque siempre habrá gente que dará la vida por su familia, sus
amigos y aun mejor sin conocerte, “darán la vida por ti”, por que tú eres
persona.
Pablo,
enfatiza con humildad que los logros que ha tenido, no es
gracias a su talento de hablar, sino al poder de Dios por medio de su Espíritu,
así comprendemos que la evangelización no
es obra del hombre, sino de Dios.
Jesús,
instruye a sus discípulos para que sean como “la sal y la luz” para mostrarse
como signos de la bondad de Dios. Insiste que sean como
la “sal”, para que den sabor a la vida con sus vidas: gente capaz de ayudar
a su prójimo, a tal grado de dar su vida por él. Hombres y mujeres que en su
modo de vivir sean “luz”, capaces de alumbrar con la palabra de Dios, a la
gente que lo esta pasando mal, pues la Palabra de Dios, consuela, fortalece y da
esperanza de vida en situaciones de muerte. Por eso el discípulo no puede permanecer: “en la indiferencia”, de los
problemas de los demás.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo
Divino
Vicario de la Parroquia Virgen del
Alba, Alcorcón,
(Diócesis de Getafe), Madrid, España.
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