Santísima
Trinidad - Ciclo B
Deuteronomio 4,32-34.39-40; Salmo 32; Romanos 8,14-17;
Mateo 28,16-20
26 de mayo de 2024
"Que viva Dios Uno y Trino en nuestros corazones
y en los corazones de todos los hombres" esto era el deseo de
nuestro fundador Arnoldo Janssen, cuando se unió a Jesús y a su Iglesia en el
proyecto de la evangelización, y construcción del Reino de Dios.
En la primera lectura Moisés le recuerda al pueblo de Israel, que Dios es
tan poderoso capas de liberar de su esclavitud; porque además lo ha escogido
como su pueblo; le recuerda que sólo hay un solo Dios y que este Dios exige ese
respeto. El Señor es el Rey de reyes y Señor de Señores, y es el único Dios
capaz de distribuir la tierra en una justa equidad; por eso el pueblo de Israel
puede sentirse afortunado por ser el escogido de Dios.
En
la segunda lectura san Pablo, nos dice que recibimos un Espíritu que nos
libera y que nos hace proclamar: “Abba” a Dios, es decir, nos hace descubrir
que somos hijos de Dios en adopción. Con esa misma dignidad exigiremos respeto,
unidad y fuerza en la comunidad de los creyentes, pues ante los ojos de Dios
todos somos hijos y por tanto entre nosotros debemos tratarnos como hermanos en
Cristo por la fe. Ya no debe existir ninguna división entre los creyentes,
todos juntos formamos el nuevo pueblo de Dios.
P. Chava, SVD |
En el evangelio, Jesús deja la orden a sus discípulos para ser sus misioneros para la expansión del Reino de Dios en el mundo. Así nace la evangelización, y reflejo de esa expansión son los sacramentos iniciales como católicos, el bautismo, la primera comunión, etc., otra consecuencia del anuncio del evangelio es la doctrina que nos enesña la Iglesia, la fe que profundizamos a lo largo de nuestras vidas y la tradición cristiana se vuelve cultura y religión, dándonos una identidad de ser seguidores de Jesús. La Iglesia católica por más de 2000 años ha cumplido el mandato misionero de evangelizar (dando a conocer las enseñanzas de Jesús) a los pueblos bautizando en el nombre del Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El reconocernos hijos de Dios en adopción es por la
enseñanza de Jesús, un ejemplo claro es cuando nos enseña a orar a Dios con el
“Padre Nuestro”; en Pentecostés recibimos la fuerza del Espíritu Santo, para
ayudarnos a reconocer a Jesús como nuestro señor y salvador. Todo bautizado es
ungido con este mismo Espíritu de Dios. Todo esto es deseo de nuestro Padre
Dios, por eso envió a Jesús para que nos revelara la voluntad del Señor para la
humanidad; Dios quiere que todos los pueblos sean bautizados y educados conforme
a la voluntad de Dios, en la construcción del Reino de Dios.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD. Misionero del Verbo Divino. Párroco de la
parroquia Nuestra Señora del Carmen, Diócesis Sevilla, España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario