21º Tiempo
Ordinario, Ciclo C
Isaías 66,18-21;
salmo 116; Hebreos 12,5-7.11-13; Lucas 13,22-30
21 de agosto de
2022
Dios llama para
la salvación, dentro de nuestro devenir en la historia, el ser humano tiene la
opción de aspirar a lo transcendente, ir más allá de lo evidente y de lo
material, en el camino espiritual hacia la vida eterna y hacia la casa del
Padre, tendremos que purificarnos de nuestros pecados y dependencia a lo
material, para buscar lo esencial que es Dios; porque Dios es nuestro origen y
nuestro fin en la vida.
En el libro de
Isaías, el profeta proclama la bendición del Señor para el pueblo de Israel,
en el post-exilio, Jerusalén está totalmente destruida y hay que construirla de
nuevo, por eso Isaías transmite la esperanza de prosperidad, abundancia y
bendición por parte de Dios. Con esto se entiende el poder de Dios, para
salvar, sanar, bendecir, construir a una nación: a su pueblo escogido: el
pueblo de Israel.
P. Chava, SVD |
En la carta a los Hebreos, se justifica el amor de Dios como el amor que
corrige y reprende las acciones malas de su pueblo, para hacer de él un buen
hijo, es decir, el pueblo de Dios está llamado a ser un pueblo santo y
entregado al servicio de su prójimo y de Dios. Por eso era necesario la
corrección para tener una vida honrada y en paz; para que nos
fortalezcamos en alma y cuerpo; para que caminemos rumbo a la casa del
Padre Dios.
En el evangelio
de Lucas, es Jesús quien insiste a sus discípulos en esforzarse en entrar por
la puerta estrecha al Reino de los Cielos, pues muchos serán los llamados pocos
los elegidos. La salvación será para quien ante los ojos de Dios han merecido
la salvación por su fe, sus obras de caridad, su fidelidad y entrega a Dios y a
su prójimo. Pues no basta con saber quién es Dios, sino que hay que poner en
práctica sus enseñanzas con nuestras vidas.
P. Chava, SVD |
En el caminar de
los años, en nuestra peregrinación por la tierra, disfrutaremos de las
maravillas de Dios. De nuestros hermanos en Cristo, de la humanidad en general,
de cuanto el hombre y la mujer han creado para sí mismos y para los demás. Pero
sobre todo no debemos perdernos en el camino, pues nuestra meta y nuestro fin
último, es llegar de nuevo a la casa del Padre, para esto tendremos que
esforzarnos para purificarnos de nuestros pecados. Y salvar nuestra alma y
cuerpo, para gloria de Dios.
P. Chava, SVD,
Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Verbo Divino, Diócesis de
Getafe, Leganés, Madrid, España.
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