La misericordia de Dios nos alcanza y llega cuando
menos lo esperamos. Pues Dios lo sabe todo, el Señor no telera la injusticia,
ni la falta de productividad. Por eso Dios tiene amor y misericordia a todos
sus hijos.
En la primera lectura Moisés tiene una teofanía, “la Zarza ardiente”. Fue la manifestación de Dios a Moisés, le pide que se descalce las sandalias, pues la tierra que pisa es sagrada. Después de este encuentro Moisés es enviado por Dios a que vaya a Egipto y hable con el Faraón, porque el Señor ha visto y oído las angustias del Pueblo de Israel en ese país. Dios quiere la liberta de su pueblo que sufre la esclavitud. Porque Dios sigue siendo padre de sus antepasados añade: “Yo soy” lo envía (así Dios se presente ante su pueblo), y este nombre de Dios debe durar de generación en generación.
En la segunda lectura san Pablo advierte a los cristianos que no se
confíen. Como pasó con el pueblo de Israel que murió en el desierto, porque no
agradaron a Dios con sus actos y blasfemias. También los advierte: del peligro
de codiciar “el mal”, porque luego la consecuencia será morir por el mismo mal.
El que se cree autosuficiente, más vale que se cuide de no caer en el mal,
puesto la arrogancia hace que la persona se confié. Baja sus defensas ante el
mal. Además, que sepan que nadie puede vivir y salvarse por sí solo, sin la
ayuda de Dios.
En el evangelio, Jesús denuncia la falta de criterio de comprensión ante las desgracias de las personas, si alguien sufre una desgracia segura lo merecía por causa de sus pecados (así es la mentalidad de la teología de la retribución, si te portas bien, te va bien, sino te irá muy mal). Jesús no está de acuerdo en este tipo de pensamiento. Nos pone como ejemplo que Dios es misericordioso y lento a la colera. Nos cuenta la parábola de la higuera sembrada en una viña, que no da frutos, este “higuera” nos representa. El viñador por su parte hará todo lo posible para que de “frutos”, así es Dios con nosotros.
Es grandioso sabernos perdonados y amados por Dios. El amor de Dios es tan grande que todos los días a lo largo de nuestras vidas nos da detalles de su misericordia y de su compasión de Padre, para con todos sus hijos.
P. Chava, SVD, Misionero del Verbo Divino, Vicario de
la Parroquia Verbo Divino, Diócesis de Getafe, Leganés, Madrid, España.
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