Éxodo 17,8-13; Salmo 120; Timoteo 3,14–4,2; Lucas 18,1-8
20 de octubre de 2019
P. Chava, SVD |
En el libro del Éxodo Josué y Moisés con la ayuda de Dios ganan la batalla
a Melec. Es una balla llena de emoción y simbolismo. Pues esta en juego la supervivencia
de un pueblo y de un territorio, pareciera ser que la unión hace la fuerza; la balanza
de la victoria se inclinó a los preparados para le guerra y que también tenían puesta
su confianza en sus hombres y en la ayuda de Dios.
En la segunda lectura San Pablo se dirige a Timoteo, le recuerda el tesoro
que le fue dado con la transmisión de la fe, una herencia dada por su abuela y
su madre. Reconocer la religión como
fundamento de la vida y de la sabiduría para poder vivir y alcanzar la vida
eterna. Es el mayor tesoro que se puede tener y que se puede transmitir a las
siguientes generaciones con la ayuda de las escrituras de la palabra de Dios y
de los que dan fe de la ayudad de Dios en sus vidas.
P. Chava, SVD
En el Evangelio de san Lucas explica Jesús que los discípulos no se tienen
que desanimar con los problemas de la vida, por lo contrario, tienen que tener
fe y tienen que expresar esa fe con la oración. Ponen como ejemplo la perseverancia de la
viuda para exigir al mal juez, para que le haga justicia. Ella consiguió lo que
quería, nos dice Jesús y añade: pues cuanto más va hacer Dios por sus hijos que
le piden con fe, es decir, Dios atenderá sus necesidades en su debido momento. Pero
Jesús se pregunta si aun habrá fe, cuándo el vuelva de nuevo.
Tenemos puesta nuestra fe y confianza en el Señor, Él nos ayudará, a vivir
y a sobrevivir de nuestros problemas. Aunque nos llenemos de miedo, de
peligros, Dios está con nosotros y nos ayudará a salir adelante, veremos su poder
y gloria al vernos salvados. Bendito sea Dios en todo momento, porque nuestro auxilio
nos viene de Dios.
P. Chava, SVD |
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