18º del Tiempo Ordinario – Ciclo C
Eclesiastés 1,2;2,21-23; Salmo 89; Colosenses 3,1-5.9-11; Lucas 12,13-21
Eclesiastés 1,2;2,21-23; Salmo 89; Colosenses 3,1-5.9-11; Lucas 12,13-21
4 de agosto de 2019
P. Chava, SVD. |
¿Qué valor tienen las cosas?, para algunos vivir significa poseer, tener,
acumular: cosas riquezas, poder, en fin todo aquello que nos atrae y nos motiva
a movernos. Pero en la Palabra de Dios descubrimos que no todo lo que brilla es
oro, o mejor dicho, las cosas materiales son sólo eso, materia que puede durar
o no, que podemos poseer o no, pero al final las cosas nos dejan, porque tarde
o temprano nos separaremos de ellas.
En el libro de Eclesiastés, nos advierte que la gloria es pasajera y que el
afanarse por las cosas de este mundo es vanidad de vanidades, porque también
son pasajeras; pues tarde o temprano lo que trabajos para nosotros mismos
terminara en manos de otras personas o simplemente se acabaron: el poder, el
dinero, las riquezas, la juventud, la inteligencia, entre otras tienen su
tiempo de caducidad. Por eso es bueno confiar más en el Señor que en las
cosas materiales como nos dice el Salmo 89: “Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación”.
En el libro de Colosenses san Pablo insiste en que tenemos que ser otro
Cristo, una nueva humanidad: ser hombres y mujeres nuevos. Pero para esto
tenemos que dar muerte a nuestros pecados terrenales como la fornicación, la
impureza, la pasión, la codicia, la avaricia, la idolatría, por mencionar
algunos. Pues la naturaleza divina rechaza todo aquello que atenta contra el
ser humano y la voluntad de Dios. Por eso es importante unirnos a Cristo, pera
sentir repudio al pecado y necesidad de estar con Dios.
P. Chava, SVD
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En el evangelio Jesús dice “Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues,
aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.” Esto significa que
no podemos tener como prioridad en la vida el dinero, el poder, las riquezas,
pues mismo teniéndolas son solo bienes temporales pues en algún momento de
nuestras vidas las perderemos y simplemente moriremos, y por tanto esas
posesiones no nos servirán más. Sin embargo comprendemos que hay que construir
el Reino de Dios y su justicia, con eso basta para comprender que el amor de
Dios se hace presente en nuestra realidad, al dar amor, al ser prójimo del más
necesitado, al ponernos al servicio de los demás para hacer de nuestras vidas
algo útil para los demás y dar testimonio de nuestras vidas para ser
reconocidos cristianos discípulos de Jesús.
P. Chava, SVD |
El ser humano muchas veces basa su autoestima en sus posesiones, porque las
cosas son una extensión de su ser. La seguridad del bienestar nos obliga a
buscar lo básico e indispensable, pero a veces nos quedamos ciegos del proyecto
de vida que Dios quiere para ser humano. Es ahí donde distinguimos del bien y
el mal, porque muchas personas con tal de tener, y poseer son capaces de hacer
mucho mal, incluso a valorizar más las cosas que a las mismas personas. Por eso
Dios nos hace pensar que la vida es más importante que las cosas que podamos
poseer. Que Dios nos hizo para vivir, para amar, para ser felices, para
compartir y servir.
P.
Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra
Señora de Altagracia, Diócesis de Madrid, España.
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