4 Cuaresma, Ciclo C
Josué 5, 9a.10-12; Salmo 33; 2 Corintos 5,17-21; Lucas
15,1-3.11-32
31 a Marzo de 2019
P. Chava, SVD |
Que hermoso
es sentirnos amados y perdonados por Dios y además por nuestros semejantes. El
amor de Dios es infinito y ese amor nos cubre y nos purifica. Por amor a la
humanidad Dios envía a su hijo para reconciliarnos y purificarnos de nuestros
pecados.
En la primera
lectura Josué narra la transición del tiempo de la esclavitud en Egipto hasta
la llegada de la tierra prometida, en Canaán. El maná dejo de existir, porque
ya podían valerse por sí mismo del fruto de sus cosechas.
En la carta a
los Corintios san Pablo nos habla de la misericordia de Dios a través de la
reconciliación que Jesús nos trae al donar su vida para así ser víctima sin mancha
por su sacrificio purifica los pecados de la humanidad.
P. Chava, SVD |
El evangelio
nos muestra la misericordia de Dios, pues el Señor tiene más alegría por el
hijo recuperado, que estaba muerto y ha vuelto a la vida, que estaba perdido y
se ha encontrado, que se marcho de casa y ha vuelto a ella. Dios se alegra por
todos sus hijos, sus bienes son suyos, pero su vida vale más que todos los
bienes. No pide que acojamos con alegría. Que nuestros encuentros sean una
fiesta. Que el perdón sea evidente al restablecer los lazos de amor y de
fidelidad al hermano.
Las lecturas
nos ayudan a purificar nuestra alma, cuerpo, mente y corazón, por tanto
nuestros pensamientos, sentimientos y acciones tiene que ir dirigido a vivir,
practicar anunciar y celebrar la misericordia de Dios. Pues dando su vida nos
dio vida y purifico nuestros pecados.
P. Chava, SVD |
P. Chava,
SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de
Altagracia, Diócesis de Madrid, España.
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