P. Chava, SVD |
Isaías 7,10-14; Salmo 23; Romanos 1,1-7; Mateo 1,18-24
Domingo, 18 de diciembre de 2016
Dios se encarna en nuestra historia y en nuestra
humanidad, para ser uno con nosotros. Dios nos oye por tanto se hace presente,
para mostrar su inmenso amor hacia todos sus hijos.
El profeta Isaías en nombre de Dios da esperanza al
pueblo de continuidad; el pueblo de Israel inmerso en la oscuridad de la guerra
y el olvido, tiene un rayo de luz. Dios hace una profecía, la virgen dará a
luz, esa luz que procede del Señor. Luz que dará vida. Salmo 23: “Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria”.
P. Chava, SVD |
San Pablo reconoce en Jesús sus dos naturalezas: la
humana y la divina, por eso Jesucristo es el Hijo de Dios y es al mismo tiempo
el hombre que nos trajo la Buena Nueva. Por Cristo somos salvados por él
llegaremos al Padre. Con su vida nos trajo el don de la gracia y la misión de
trasmitir esta gracia a las siguientes generaciones a nivel mundial.
El evangelio según san Mateo nos narra la
concepción de Jesús como el Dios entre nosotros, por tanto José acepta la
voluntad de Dios, porque tenía que ser así, para que se cumpliese las
escrituras. Dios cumple su promesa con la llegada del Mesías anhelado por el pueblo
de Israel, con la encarnación de Dios en
la persona de Jesús rompemos los esquemas mentales y religiosos y comprendemos
ahora que Dios se ha hecho hombre sin dejar de ser Dios.
La Virgen dará a luz a un niño que será nuestra
esperanza de futuro. Jesús se encarna y con esto hemos llegado a la plenitud de
los tiempos, la revelación de Dios se hace patente, el milagro de la
encarnación de Dios es lo más extraordinario que ha vivido la humanidad, por
eso los fieles nos alegramos y manifestamos esta felicidad todos los años por
muchos siglos.
P. Chava, SVD |
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo
Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de Madrid, España.
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