P. Chava, SVD |
Samuel 12,7-10.13; Sal 31,1-2.5.7.11; Gálatas 2,16.19-21; Lucas 7,36–8,3
12 de Junio de 2016
El amor de Dios es infinito, la pruebe es que
por la gracia de Dios somos salvados y purificados de nuestros pecados y de
todas nuestras debilidades, para volvernos a dar la dignidad de hombres e hijos
de Dios.
En el libro de Samuel, se narra el perdón de los
grandes pecados que cometió el rey David: el adulterio y el asesinato cometidos
hacia un oficial suyo a Urías, el hitita. Sin embargo su hijo fruto del adulterio
morirá y él se arrepentirá de todos sus pecados. El Señor purifica al hombre de
sus pecados por eso el hombre implorará el Salmo 31 Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
P. Chava, SVD |
San Pablo escribe a los galatas sobre la gracia de
Dios (Dios nos ama tanto que hace lo imposible para purificarnos y salvarnos,
de forma gratuita) y la fe en Jesucristo para poder salvarnos, mismo Pablo se a
unido tanto en Jesús que ha creado un simbiosis, los dos son uno, se gloria que sólo por la fe y la gracia de
Dios se salvará porque aunque él pudiera salvarse con sus acciones sólo sería
si esto fuera verdad.
En el evangelio de san Lucas, se narra como Jesús
perdona los pecados, y habla de la relación que existe entre el amor y la
misericordia, porque quien es perdonado de sus muchos pecados ama más a Dios,
que quien sin ser un gran pecador no necesita pedir perdón y por lo mismo no
siente el mismo amor.
Señor ten misericordia de mí, perdona mis pecados,
que soy un pecador arrepentido y necesita sentir tu amor y tu misericordia para
poder sentirme salvado por amor. Mil gracias Dios por el inmenso amor que
tienes a todos tus hijos e hijas. Dios limpia nuestro pecados y así tendrás un
pueblo que te amará sin por siempre jamás.
P. Chava, SVD |
P.
Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Virgen del
Alba, Alcorcón, (Diócesis de
Getafe), Madrid, España.
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