Domingo, 27 de septiembre de 2015
Dios es uno y quiere que sus hijos seamos uno en Él,
es decir, en un trabajo en conjunto para sanar y dar amor a la humanidad en su
nombre.
Moisés, aprueba la profecía de Eldad y Medad, porque
ellos también fueron ungidos por Dios, aunque no estuvieron en la tienda del
Señor y tampoco pertenecieran al grupo de Moisés, sin embargo profetizaban al
pueblo para hablarles de Dios. Dios llama a sus elegidos, por tanto, la
elección es divina y no humana, para profetizar. Por eso el creyente dirá el
salmo 18 “Los mandatos del Señor son
rectos y alegran el corazón”.
Santiago denuncia las
injusticias de los poderosos y de los ricos, que se basan en sus bienes
acumulados, estos bienes les dan poder y prestigio, incluso les lleva al deseo
de acumular más a costa del sufrimiento del débil. Por eso Santiago les dice
que sus días de gloria se acabaran, para que surja una nueva realidad donde el
ser humano ya no dependa del bien económico, sino de la justicia de Dios.
Jesús educa a sus discípulos
a no ser envidiosos y si a trabajar en equipo, en grupo o en comunidad aunque el
otro no pertenezca al mismo grupo. Les advierte la necesidad de cuidar a los
pequeños y no ser causa de escándalo, evitando el pecado.
Dios es el que llama y
escoge a sus elegidos, el Señor es el que capacita a sus elegidos para
predicar, liberar, y formar un pueblo. Por eso Señor enseñamos amarnos los unos
a los otros, capacítanos para trabajar en comunidad, a pesar de nuestras
diferencias, raciales, culturales, religiosas y políticas.
P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la
Parroquia Virgen del Alba, Alcorcón, (Diócesis de Getafe), Madrid, España.